martes, julio 19, 2005

delicadas fronteras

Tan desesperante es la experiencia de quedarse afuera, de haber salido sin llaves o volver con el juego equivocado. Y tan desesperante es ver desde un costado este fenómeno multitudinario y cotidiano, que hasta provoca cierta sonrisa extraña, mezcla de lastimosa compasión y odio. Una sonrisa débil por fuera, forzada por algún instinto necesario, guiada por reflejos perdidos que pululan a estas horas, para enfrentar el miedo a convertirse en eso que está ahí y que en este momento estamos viendo.

La misma sonrisa invade cada uno de nuestros rostros y parece ser la consecuencia inevitable. Y el tiempo pasa y no se detiene entre ninguno de los que estamos aquí parados. Algunos ya se han dado la vuelta, se han ido a llorar, y es que hay ojos que son más sensibles. Otros dieron el paso al frente y se sentaron. Otros incluso están golpeando el control remoto. Otros comienzan a irritarse y se quejan de la basura televisiva a la que tienen que asistir. Otros opinan, comen y escupen sentados. Y algunos sufren cuando caen las pilas del control remoto, y nadie se levanta a cambiar de canal.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Si no existieran los controles remotos los índices de obesidad serían menores.

Fer dijo...

Vi luz y subí... La próxima vez que vuelva traeré pilas...