viernes, junio 02, 2006

#3

La espuma sube, por fin. Es noche cercana al invierno y las teclas temen bajo mis dedos. Es noche fría. Igual, yo en calzones, sin medias, y sobre el cuero la campera celeste de hace años. Je, je. Río. Es el frío y los restos de alcohol vagando por mis venas que incitan a mis manos. Dejar un rastro de esta noche, plasmado sobre el monitor, enredado en marañas de ceros y unos. Bla. Hace meses que no escribo nada, ni una puta canción, ni unos putos versos, ni unas cotorrudas incoherencias. Hace tiempo que no ejerzo la sintaxis de un modo lejano a listas de supermercado. Y hoy empiezo, lentamente, a sentir el frío, la ansiedad de volver a volcar las letras en un orden hasta ahora impredecible, en un orden que al final me dé algo de satisfacción por sí solo. Sin pensar en antes ni en despueses. Sólo dejar las manos flotar por ahí. A cagar si a alguien le interesa lo que escribo. A mí me parece divertido y las dejo ir. Ellas, mis manos, digo, y es increíblemente excitante no saber lo que vendrá a continuación. A pesar de todo, me guío por las reglas que aprendí. Es digno de risa saber dónde colocar un punto, una coma, un párrafo, aunque todavía no haya pasado al siguiente. Provoca risa ver lo ilógico de respetar ciertas reglas cuando en realidad no me interesa ninguna. Pero las respeto. Vaya contradicción. Mierda. Puta. Y buenas malas palabras se tejen solas porque quieren salir y yo las dejo y no las reprimo, aunque algunos no las consideren arte. Mierda, ¿quién dijo que esto era arte? Callá, callate. Nadie pidió tu opinión de intelectual frígido. Yo escribo porque se me cantan los huevos y cada vez que dirigís tu mirada hacia mí, más ganas me dan de llamarte imbécil, estúpido, etcétera. Eres un etcétera, je, je. Río. Y río más. ¡Etcétera! Ah. Placer de escribir, de hablar conmigo mismo a estas horas de la noche y no decir nada, nada de nada de nada. Y ver que leés, y saber que en algún punto estás disfrutando de estas letras encadenadas, con o sin sentido. ¿Alguna vez importó?

Cambio de párrafo, ¿y seguís esperando? No, no voy a contar nada, no va a pasar nada. Soy sólo yo y este placer masturbatorio de engendrar letras gratuitamente. No me gustan las promesas, pero el día que pierda el empleo que quizá alguna vez consiga, es decir, cuando tenga en mi poder tiempo libre y frustrado, veré si puedo pasarme veinticuatro horas frente a la máquina de corrido, tecleando sin parar, con litros de algo a un costado, tejiendo hojas virtuales a mansalva, expulsando sandeces incoherentes, caprichos antagónicos, personajes amigables, invisibles y tan prescindibles como este texto neonato. ¡Vivan los neonatos! Pero yo me voy a dormir. Lamento haberte hecho perder el tiempo. En este momento acabo de recobrar la sobriedad y me doy cuenta que esto es una verdadera poronga, así que procederé a publicarlo antes de que amanezca y ellos me vengan a buscar. Boing.

4 comentarios:

Larha dijo...

Sí, sí.. seguí esperando porque me divertí :)

Dharma dijo...

Qué bueno que volviste!

Anónimo dijo...

pero si vos no hablas así, o sí?

Ligustrino Campana dijo...

Bronca, ¿con quiere ud. hablar?